lunes, 24 de junio de 2024

Pa’l kilo


El negocio de la pepena de basura se derrumbó cuando en los noticieros aparecieron reportajes de los Reyes de la Basura, hombres que amasaron fortuna recolectando y vendiendo los deshechos de la gente. Entonces, los mortales, hicimos cuentas y calculamos miles de pesos perdidos en latas de cerveza, frascos de café, latas de conserva, periódicos y revistas, cartones, fierros, desodorantes vacíos, etc. Basura de la vida moderna. Todo lo que compran las recicladoras que se instalaron en nuestras colonias. Pronto la demanda por vender basura sobrepasó a la compra y rápidamente se devaluaron los precios. Alguna vez vendí 40 o 50 kilos de cartón y me pagaron $135, por una caja de huevo San Juan con archivo muerto $37, por un armatoste de fierro $480, por papel que desechan los alumnos entre hojas hechas bolita, aviones, periódicos murales, manualidades y mandalas mal iluminadas fueron $26 libres de pelo y paja. Mi trabajo únicamente consistía en pedirles que depositaran todo dentro de una caja. Desafortunadamente, todo se fue al carajo cuando la gente necesitada, la que vive en la calle, los miembros del escuadrón de la muerte o simples amas de casa comenzaron a hacer su tarea para sacar una lanita extra. El precio por kilo de cartón se cayó hasta los $.50 al igual que el archivo muerto. El papel no llegaba al $1.50 mientras que el PET bajo de $4 a $1.20 por kilo.

Tengo amigos que en tiempos recientes decidieron vender su basura: latas de cerveza y periódicos y revistas viejas, botellas de agua y refresco. La decepción fue enorme cuando en sus manitas fueron depositadas apenas unas mugrosas monedas producto del esfuerzo de meses por almacenar las latas producto de sus pedas, recogerlas de la calle o, con suma vergüenza y al mismo tiempo orgullo, pedirlas al anfitrión de alguna fiesta.” Es para un proyecto sustentable”, decían. Muchachas y muchachos: lamento decirles que llegaron tarde al negocio.

Trabajo en una escuela y eso me ofrece una oportunidad enorme para juntar y vender basura. Sin embargo, hace unos meses, me quedé con cerca de 100 kilogramos de papel porque la recicladora de la esquina ya no lo compra. “Está mal pagado y los camiones grandes vienen por mínimo dos toneladas para que les convenga, además, lo pagan barato.” ¡Maldita sea! El papel sigue aquí y ahora para deshacerme de el tengo que pagarle a otra señora para que se lo lleve. Decidí cerrar mi espectro y ahora sólo juntamos PET, latas y desodorantes. Las olas de calor nos hicieron juntar varias bolsas que redituaron la módica suma de $39 por el PET, $25 por las latas y $12 por los desodorantes. Teníamos un costal con tapitas juntadas por años, por el que me dieron $38. $114 en total cuando el gasto en copias y formatería en el mismo lapso ha sido de casi $800. Lo que me alarma es que la competencia crece.

Todos los días en la mañana me encuentro a una señora recorriendo los botes de basura de un parque. En su carrito de mandado lleva cartón, latas y PET. Calculo que si vende todo el cargamento a lo mucho le pagarán $20. También hay otra señora en mi comunidad que junta lo mismo. Movido por la curiosidad un día le invité una torta de tamal, la idea era preguntarle ¿para qué junta la basura? “Para llevarme un taquito a la boca, joven. Ya me cansé de pedir el apoyo de Andrés Manuel y nada más me dan largas.” ¿Qué puede comerse con $25? ¿Cuánto tiene que caminar para juntar el equivalente a $100? ¿Se podría vivir con $100?

Todos llegamos tarde al negocio de la pepena. El mundo es cada vez peor.

*Imagen de: https://www.meganoticias.mx/durango/noticia/pepenadores-en-durango/44235