viernes, 14 de junio de 2019

Nota para el refrigerador







Traigo muy apretados los cordones de tu recuerdo, tanto que ya no me dejan caminar en paz.

lunes, 3 de junio de 2019

Café Tacvba


Lo reconozco: ¡nunca me gustó Café Tacvba!

El recuerdo más lejano de mis días como preparatoriano tiene que ver con aquellas fiestas donde los que llegaban temprano comían papitas y tomaban refresco, participaban en juegos de mesa  mientras cantaban canciones como Las batallas, Rarotonga, La chica banda y Las persianas. Después, únicamente se limitaban a bailar cumbias antes de ser desterrados por quienes llegaban a poner el desorden a punta de bravuconerías, alcohol barato y canciones de Nirvana. Con éstos es con quienes me identificaba.

En mi memoria existe la imagen de un sujeto al que apodábamos Screetch que cantaba las canciones de Café Tacvba mientras movía su cuerpo larguirucho y agitaba su crespa cabellera. Verlo aplaudir y cantar me resultaba una molesta gracejada. Pero él lo disfrutaba y en ese momento yo no lograba entender la razón. A mí simplemente el grupo me cagaba y pasarían varios años antes de atreverme a escuchar un disco completo de la banda.

    *     *     *

Es 3 de junio de 2019 y gracias a un paro masivo de taxistas estoy dentro de un Mix Up. El panorama en la tienda es desolador. Hasta hace medio año el anaquel que resguardaba los discos de heavy metal estaba en un lugar privilegiado al que únicamente algunos privilegiados teníamos acceso. Hoy tristemente apenas ocupa un espacio donde convive con el pop en inglés y el rock en español. Sin poder encontrar algo que realmente valga la pena me dirijo a la sección de libros esperando encontrar el nuevo de Carlos Velázquez: Aprende a amar el plástico. “No lo tenemos, señor”, me dice un hombre que puede ser mi papá pero que porta con aire juvenil su horrendo uniforme. A punto de emprender la retirada me llama la atención un libro grueso con una portada horrible: Bailando por nuestra cuenta. Café Tacvba. La historia oficial. Titubeo. El precio me dice que es una verdadera ganga pero, ¿Café Tacvba? Dejo el libro en su lugar y camino hacia otra sección de la tienda.

Mientras caigo en la cuenta que los vinilos de José José son más caros de que los Kiss o The Cure pienso en cuanto me he divertido leyendo la columna semanal de Joselo Rangel en el Excélsior y que gracias a ella me comenzado a sentir ciert afinidad con el grupo. O las veces que he releído One hit wonder, su libro de relatos que está entre mis preferidos. Reconozco que disfruté mucho la antología de relatos A través de las persianas, publicada por Marvin y donde los relatos de Raquel Castro, Paola Tinoco, Paul Medrano y Arturo J. Flores, son mis preferidos. Pienso también en que ya estoy un tanto grande para dejarme llevar por mis prejuicios y andarme con mamadas, así que regreso y sin flaquear tomo el libro y me dirijo a la caja. Acto seguido salgo de la tienda y aguardo el primer pretexto para abrirlo y comenzar a leer.

Mi primera decepción viene cuando me doy cuenta de que se trata de un libro construido a través de horas de entrevistas. Imagino que son retazos de aquello que alguna vez se publicó en revistas o periódicos. Abandono el libro por varias horas y le doy una segunda oportunidad hasta la noche cuando Netflix me aburre.

En la medida en que voy leyendo la presentación escrita por Enrique Blanc –autor del libro–, el prólogo de Rogelio Villareal y una carta que Gustavo Santaolalla les dedicó para este material, voy haciendo clic con las preguntas y aún más con las respuestas. Tengo la impresión que mucho de lo dicho por cada uno de los tacubos ya lo he leído o escuchado en otro lado. Tal vez sea por Joselo. Sin darme cuenta es casi media noche. A punto de irme a dormir encuentro una referencia importante: en la página 34 Blanc pregunta el motivo por el que para la banda es importante una tocada en El hijo del cuervo, a lo que Rubén responde que es el punto de partida del grupo. Líneas más adelante menciona que esa fecha es el 3 de junio. ¡Hoy hace  treinta años!

La casualidad me parece hermosa y debo documentarlo. Abandono el libro y enciendo la computadora. Aunque tengo ganas de dormir me emociona relatar esta casualidad. Creo que hay algo que sí me une a Café Tacvba y no lo sabía.

(Continuará...)