viernes, 3 de marzo de 2023

¿Karma?

No tengo ganas de nada. Me duele el cuerpo y apenas puedo moverme con facilidad. Subo al taxi y llegó a la clínica. Realizo el protocolo habitual de mis visitas y la señorita me pide tomar asiento. Saco el teléfono y abro Facebook. Jorge Tadeo, escritor y melómano por quien siento gran admiración, cariño y respeto, acaba de publicar algo. Me gusta ver sus publicaciones, casi siempre recomendaciones musicales a las que no puedo seguirles el ritmo. En pocos días, se vuelven una lista enorme.

“Hace unos meses alguien que se supone que me quería mucho me dijo que mis problemas de salud eran el karma por todo el daño que he hecho."

Sin terminar de leer el post, pienso que una vez me dijeron algo parecido: “nuestro cuerpo acumula energía que busca liberarse en diversos momentos, de diferentes maneras. Los rencores, las tristezas, los odios y hasta la maldad, se acumulan. Seguramente tú has hecho muchas maldades que se te han acumulado. Ahora tu cuerpo lo refleja y trata de liberarlo con una enfermedad.”

Pase un tiempo pensando en lo culero que he sido en la vida y concluí: "para semejante cabrón, me salió barato este asunto". Sin embargo, la persona que mencionó aquellas palabras nunca pudo entender qué tan grandes son los dolores que se pueden experimentar cuando el cuerpo, efectivamente, trae una carga tóxica -dicho en el sentido más químico posible- al grado que te noquea.

A mucha gente le he platicado como fueron mis primeros "desconectes", blackouts que me mandaban a dormir un par de días y dolencias que no sentía sino como secuelas. Ella únicamente se reía y decía que exageraba. Prometió llevarme con un médico que me sanaría. Nunca lo hizo. Prometió llevarme al temazcal. Tampoco lo hizo. Me dijo que con medicina alternativa saldría adelante. Jamás supe cuál era esa medicina. Busqué por mi lado y siempre me lo criticó. Ella hablaba del capitalismo y de los negocios de las farmacéuticas, pero no de la solución.

Alguna vez, después de una discusión, me recalcó la relación entre ser culero y estar enfermo. Y yo, en medio de febrícula y un cansancio que presagiaba lo que tendría que padecer horas o días más adelante, pensé que tenía razón. ¿Karma? El dolor de huesos es algo que no le deseo a nadie, ni a mi peor enemigo. Podría desearle la muerte ya que imagino, el sufrimiento se apaga con el deceso del cuerpo. Pero el dolor se mantiene mientras tengas vida. Así debe ser el dolor de las personas a las que lastimo: exasperante, tortuoso, interminable.

Hace tres años, justo por estas fechas, la persona a la que me refiero se encontraba mal de salud. En algún momento creímos que era una de las primeras infectadas del Coronavirus. Durante varios la vi padecer los efectos de una gripe anormal. La procuré como yo mismo no era capaz de hacerlo conmigo. En una ocasión cuando me resultaba imposible bajar su fiebre, pensé: "seguramente es por ser tan culera con la gente". Me arrepentí siquiera de pensarlo. Afortunadamente, la cosa no pasó a mayores y antes que el virus atacara al mundo ella pudo seguir con su vida normal.

Por lo visto Jorge Tadeo y yo tenemos grados de maldad supinos y en ello deriva lo que nos pasa. Nada tiene que ver con los golpes en la cabeza que a él le recetaron los policías, ni a mí el cúmulo de hierro y testosterona en mi cuerpo. Somos culeros y ese es el diagnóstico.

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