sábado, 2 de mayo de 2020

Estoy hasta la madre

El Nivel era la cantina por tradición. Cuenta la leyenda que tenía la licencia número 0001 para vender bebidas embriagantes en la ciudad. La conocí cuando Conaculta patrocinaba a un grupo de perdedores desconocidos que jugabamos a ser escritores. Ahora que lo pienso, ninguno éramos (ni somos aún) compadres de algún funcionario del Consejo y aún así mantuvimos la beca un par de años. También pienso que varios de los asiduos a beber Montejos y comer papitas rancias, ya publicaron más de una vez en las grandes ligas mientras yo sigo tecleando textos para antologías de ocasión. El lugar se llamaba El Nivel porque a unos metros se encuentra un monolito que -dicen- medía el nivel del agua de lluvia acumuluda en los tiempos en que la ciudad se anegaba a la primer llovizna. Está a un lado de Catedral por si gustan husmear.

Expulsados, caímos en El Salón Corona. El original. Famoso por sus chiles y zanahorías en vinagre y por las tortas de pierna. El problema es que ese lugar se encuentra atestado de personas que creen que escriben y muy pronto, ante la incomodidad que eso provoca, decidimos huir a La Mascota cuya botana es rica y abundante. El problema de La Mascota es que siempre llegan remedos de los Beatles con sus mismas canciones, sus mismos chistes de banqueta y eso termina por fastidiar. Entonces nos mudamos al Dos Naciones. Ahí, después de un tiempo y varias billeteras en ruina, nos ganamos el derecho a pedir privacidad en el segundo piso, donde la rocola era nuestra. La botana era casi excelsa aunque en raciones mínimas. También, poco a poco, fuimos ganando nuestro derecho a recibir un poco más de comida gracias a las propinas. Desafortunadamente el sitio cerró y con ello las ganas de seguir buscando piqueras en el centro de la ciudad.

Yo me desafané y me vine a mis rumbos. El Forastero me recibió con los brazos abiertos mientras que los parroquianos, nomás de verme la jeta, me hicieron acreedor a un par de madrizas sin que me atreviera a preguntar por qué. En el baño conocí a la Thalis quien me reclamó que la salpicara mientras ella se afanaba en el miembro de un judicial que estaba hasta la madre de perico. Me disculpé y antes de salir le ofrecí un trago en desagravio. La Thalis llegó minutos después y pidió un Alfonso XIII que me cobraron al doble por ser para ella. No reclamé.
Mis siguientes visitas al Forastero fueron más cordiales. Para evitar peleas me centré en un ritual: saludar a Konan (el de la puerta), subir la escalera y de inmediato apearme en la barra sin dirigirle la mirada a ninguno de los parroquinaos mientras pedía mi cerveza oscura de rigor antes de atreverme a preguntar por la Thalis quien ya sabía que de menos se iba a tomar dos Alfonso XIII a mi salud mientras me platica de sus fracasos amorosos, sus nuevas conquistas y las ganas de encontrar a alguien que la quisiera bonito mientras me acaricia la barba.

Un día me enteré que ella es la dueña del tugurio. ¡Qué cabrona! Entonces entendí por qué los cacahuates eran menos rancios y la "patita" más abundante. Dejé de pagar los Alfonso XIII y a consumir más cervezas. Comenzaba a sentirme de nuevo parte de una cantina cuando llegó la pandemia. El Forastero fue de los primeros lugares en cerrar por estar cerca del Palacio Municipal. Ni siquiera hice el intento por buscar otro tugurio y me vine a refugiar a mi casa donde abastecí la hielera y compré bolsas enormes de palomitas, cacahuates y chicharrones. También adapté el teléfono a la bocina y a menudo pongo canciones de Jose Alfredo que inevitablemente me hacen llorar. Me hacen falta los camaradas, su charla, sus impertinencias. Me hacen falta de vez en cuando unos labios amargos dispuestos a mentir a veces con besos, otras con palabras.

Hoy se cumplen cuarenta días de encierro. Ni las tiendas ni los oxxos tienen cerveza y yo agoté las reservas. Ya estoy hasta la made de cenar frijoles con huevo y café y de ver por enésima vez los capítulos de la última temporada de Dr. House.

*Texto para el programa de radio por internet de Melchor López que se transmitirá hoy 2 de mayo y cuya temática son Las Cantinas.

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