viernes, 1 de marzo de 2024

Chiflados

Todo mundo habla del Loquito del Centro, ese personaje en cuyo pasado seguramente existe una historia interesante de la que ni él mismo puede dar fe debido a alguna enfermedad mental. El estereotipo del hombre con los cabellos enmarañados, la barba crecida, la ropa roída y cuya piel mugrosa le sirve de armadura contra el asco social, es la que se difunde en memes, pero ¿alguien se ha puesto pensar en otros chiflados que cohabitan nuestro entorno?

Es medio día y el sol golpea el asfalto. Frente a la casa, un hombre de playera y gorra azul, se pasea sospechosamente. Después de varios minutos lo encaro. Con una sonrisa se acerca para saludarme. Su amabilidad me produce desconfianza. Me pregunta si puedo regalarle una ramita de ruda de mi jardín. “Es que he comprado muchas veces, pero no se me da, se marchita.” Pienso que no tiene buena mano. El hombre me platica que es botánico y en este momento se encuentra haciendo estudios con la ruda. Me dice que él es el inventor de un gel anti bacterial elaborado con plantas. Saca una libreta y me enseña anotaciones con gráficos y fórmulas. En este momento lamento no haber aprovechado las clases de química en el bachillerato. Le creo, le creo. Le hago saber que en una de las macetas de la banqueta hay una planta pequeña, que si desea puede llevarla consigo. Me agradece y de inmediato procede a arrancarla de tajo. Ahora entiendo por qué no le prenden sus cultivos, cualquier botánico lo sabe.

Cuando intento despedirlo el hombre sigue con su charla. Ahora me platica que su esposa murió y lleva 26 meses solo. Me cuenta que necesita una compañera y está en busca de una mujer, pero sus actividades no le permiten enamorarse porque sus estudios lo acaparan. También me cuenta que su primo enviudó. Yo necesito regresar a mi cama a no hacer nada, pienso. El hombre no cesa su perorata. Pienso que hace mucho se le salieron los patitos de la fila. Al percatarse que no le estoy poniendo atención, se despide por enésima ocasión. Esta vez abre un pequeño monedero e insiste en recompensarme pues la ruda le hará ganar mucho dinero. Rechazo el billete y le digo que no se preocupe. Ahora su tema son las finanzas. Me da sugerencias para invertir en la bolsa de valores. Esta vez soy quien se disculpa y le digo que también soy un hombre muy ocupado, podría inventarle cualquier excusa, pero temo que ahora él sea quien me tilde de loco. Necesito investigar si sus sugerencias de inversión son ciertas. Promete regresar en dos meses para regalarme un bálsamo preparado por él mismo. Se despide otra vez no sin antes preguntarme si padezco alguna enfermedad, pues con sus productos podríamos hacer un intento por curarme. Miento. Le hago saber que me encuentro en perfecto estado de salud mientras levanto una plegaria para que se vaya. Me dice que debo cuidar la próstata y mi presión arterial. Dígame algo que no sepa, me digo en silencio.

Después de hablarme del origen de las enfermedades con la misma pasión que un testigo de Jehová habla de la biblia, se despide. Por fin se fue. Me quedo pensando

Ya en mi cama pienso que debí recibirle el billete. Hubiera podido comprar dos caguamas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.