Sufro de
insomnio. En esta época eso no es novedad y sí un mal que comparto con millones
de personas en el mundo y decenas de conocidos. Dormir no es opción cuando el
estrés apremia. Charlar con otros a través de WhatsApp no es opción. Llamadas
telefónicas menos. Con el paso del tiempo y en la medida que mi falta de sueño
se ha arraigado, he buscado un sinfín de actividades que cumplan el cometido de
aburrirme o cansarme y que, en consecuencia, me produzcan sueño. Sin embargo, algunas
de esas actividades se han convertido en adictivas para mí. Una de las más
adictivas consiste en jugar a comprar cosas por internet.
La primera
vez buscaba algunos regalos de navidad. Eran las 3.00 de la madrugada y el
insomnio apareció. Sabedor que no encontraría la forma de conciliar el sueño
cuando menos en dos horas, me levanté. Sigiloso, encendí la computadora y pensé
en aprovechar para comprar algunos obsequios. Entré en la página de una tienda
departamental y comencé a explorar. Un suéter para el primo Harry y una
gabardina para el tío John. $9823. Es obvio que un sujeto como yo no gastaría
tanto en dos prendas tan ridículas para dos personajes acostumbrados a usar
sudaderas. Agregué un pantalón de gabardina para mí. $1375. Unos aretes de oro
de 18 kilates para la tía Cleo. Horribles, pero valiosos. ¿Qué podría gustarle
a la prima Beba? ¿Un reloj? Un Tissot Carson Premium Lady va con su
personalidad. ¿Y para el abuelo? Unos habanos Churchilss añejados de $34,230. Me
siento dadivoso y poderoso económicamente, pero me gana el sueño. Con la
almohada consultaré mis compras y mañana Dios dirá.
Gastar dinero
es una pasión a la que nadie puede sustraerse. Si lo tienes, hazlo. Despilfarra.
Haz sentir bien a quien amas o sencillamente hazlo para ti. Recuerdo un video
donde un millonario lleva a su familia a un centro comercial y gasta un millón
de pesos en apenas unas cuantas prendas y unos pares de tenis. No tengo tanto
dinero, pero a veces puedo darme un gusto. Despilfarrar a mi modo.
Una noche
cualquiera, pasadas las 2.00 a.m. abro la computadora. Entro a una página de
tenis. De inmediato me atrapan unos Jordan 1 Mid Black Royal Blue. Agrego al
carrito. Sin querer llego a unos Nike Air Mag. Los de Volver al Futuro por si
no los ubican. $6585 dólares. Se sale de mi presupuesto, pero en esta vida lo
material se recupera pronto. Los Pharell Human Race NMD, me parecen preciosos.
Los $7600 dólares mejor invertidos de mi vida. Me echo un volado mental para
dejar estos o la réplica de los Marty Mc. Fly en el carrito. Dejo ambos, pero
mi siguiente selección tendrá que ser más moderada. Recuerdo que Nike lanzó una
edición especial recordando a Chucky. $1750 no se me verán mal en los pies,
pienso. Cuando menos llamarán la atención. Un bostezo me arruina la compra. Es
hora de dormir. Consultaré el gasto con la almohada, la mejor consejera.
La noche
me atrapa con un insomnio que comienza antes de las diez de la noche. Hora de jugar
a gastar. Reviso mi banca electrónica y me percato que no hay más de $5000.
Como toda persona normal tengo gastos para la siguiente semana. Como toda
persona normal también tengo gustos que deben ser pagados para compensar mi
estrés.
Tengo una
debilidad por las historias, así que los libros llenarán el vacío de este insomnio.
La Armada Invencible de A. Ortuño es un pendiente desde inicio de año. Lo
agrego al carrito. BEF es uno de mis autores preferidos y aunque tengo casi
todos sus libros, las novelas de Tiempo de alacranes son diferentes ediciones.
Compro el paquete de la misma editorial. Luego una edición especial de aniversario
de Diablo guardián. Me gustan las fotos y el libro de The Rolling Stones es
buena opción. Alguna biografía de un rockero que ya es cadáver y algunas
confesiones de otro roquero vivo. Un par de novelitas muy recomendables.
Entonces, me percato que apenas diez libros, mi presupuesto ha sobre pasado su
límite. No quiero deshacerme de nada, así que mantengo todo en el carrito. Han
pasado tres horas desde que comencé a seleccionar cosas y mi cuerpo reclama que
vaya a dormir.
Observo
satisfecho mis compras y pienso que de no importarme el dinero que
trabajosamente gano, en este momento daría clic al botón para procesar y
terminar mi compra. Pero se trata de un juego con el que espanto el insomnio e
imagino lo divertido que sería no tener que preocuparme por despilfarrar la
riqueza que un día tendré.
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