sábado, 4 de noviembre de 2023

Fantasias animadas

Sufro de insomnio. En esta época eso no es novedad y sí un mal que comparto con millones de personas en el mundo y decenas de conocidos. Dormir no es opción cuando el estrés apremia. Charlar con otros a través de WhatsApp no es opción. Llamadas telefónicas menos. Con el paso del tiempo y en la medida que mi falta de sueño se ha arraigado, he buscado un sinfín de actividades que cumplan el cometido de aburrirme o cansarme y que, en consecuencia, me produzcan sueño. Sin embargo, algunas de esas actividades se han convertido en adictivas para mí. Una de las más adictivas consiste en jugar a comprar cosas por internet.
 
La primera vez buscaba algunos regalos de navidad. Eran las 3.00 de la madrugada y el insomnio apareció. Sabedor que no encontraría la forma de conciliar el sueño cuando menos en dos horas, me levanté. Sigiloso, encendí la computadora y pensé en aprovechar para comprar algunos obsequios. Entré en la página de una tienda departamental y comencé a explorar. Un suéter para el primo Harry y una gabardina para el tío John. $9823. Es obvio que un sujeto como yo no gastaría tanto en dos prendas tan ridículas para dos personajes acostumbrados a usar sudaderas. Agregué un pantalón de gabardina para mí. $1375. Unos aretes de oro de 18 kilates para la tía Cleo. Horribles, pero valiosos. ¿Qué podría gustarle a la prima Beba? ¿Un reloj? Un Tissot Carson Premium Lady va con su personalidad. ¿Y para el abuelo? Unos habanos Churchilss añejados de $34,230. Me siento dadivoso y poderoso económicamente, pero me gana el sueño. Con la almohada consultaré mis compras y mañana Dios dirá.
 
Gastar dinero es una pasión a la que nadie puede sustraerse. Si lo tienes, hazlo. Despilfarra. Haz sentir bien a quien amas o sencillamente hazlo para ti. Recuerdo un video donde un millonario lleva a su familia a un centro comercial y gasta un millón de pesos en apenas unas cuantas prendas y unos pares de tenis. No tengo tanto dinero, pero a veces puedo darme un gusto. Despilfarrar a mi modo.
 
Una noche cualquiera, pasadas las 2.00 a.m. abro la computadora. Entro a una página de tenis. De inmediato me atrapan unos Jordan 1 Mid Black Royal Blue. Agrego al carrito. Sin querer llego a unos Nike Air Mag. Los de Volver al Futuro por si no los ubican. $6585 dólares. Se sale de mi presupuesto, pero en esta vida lo material se recupera pronto. Los Pharell Human Race NMD, me parecen preciosos. Los $7600 dólares mejor invertidos de mi vida. Me echo un volado mental para dejar estos o la réplica de los Marty Mc. Fly en el carrito. Dejo ambos, pero mi siguiente selección tendrá que ser más moderada. Recuerdo que Nike lanzó una edición especial recordando a Chucky. $1750 no se me verán mal en los pies, pienso. Cuando menos llamarán la atención. Un bostezo me arruina la compra. Es hora de dormir. Consultaré el gasto con la almohada, la mejor consejera.
 
La noche me atrapa con un insomnio que comienza antes de las diez de la noche. Hora de jugar a gastar. Reviso mi banca electrónica y me percato que no hay más de $5000. Como toda persona normal tengo gastos para la siguiente semana. Como toda persona normal también tengo gustos que deben ser pagados para compensar mi estrés.
 
Tengo una debilidad por las historias, así que los libros llenarán el vacío de este insomnio. La Armada Invencible de A. Ortuño es un pendiente desde inicio de año. Lo agrego al carrito. BEF es uno de mis autores preferidos y aunque tengo casi todos sus libros, las novelas de Tiempo de alacranes son diferentes ediciones. Compro el paquete de la misma editorial. Luego una edición especial de aniversario de Diablo guardián. Me gustan las fotos y el libro de The Rolling Stones es buena opción. Alguna biografía de un rockero que ya es cadáver y algunas confesiones de otro roquero vivo. Un par de novelitas muy recomendables. Entonces, me percato que apenas diez libros, mi presupuesto ha sobre pasado su límite. No quiero deshacerme de nada, así que mantengo todo en el carrito. Han pasado tres horas desde que comencé a seleccionar cosas y mi cuerpo reclama que vaya a dormir.
 
Observo satisfecho mis compras y pienso que de no importarme el dinero que trabajosamente gano, en este momento daría clic al botón para procesar y terminar mi compra. Pero se trata de un juego con el que espanto el insomnio e imagino lo divertido que sería no tener que preocuparme por despilfarrar la riqueza que un día tendré.

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