No
conozco una persona que esté conforme del lugar en que vive. Si no son los
vecinos, son las vialidades, el alumbrado público, el servicio de recolección
de basura, los megas de subida y de bajada, el ruido de los tamaleros, el
megáfono que anuncia al panadero con el pan, la bocina del recolector de fierro
viejo, la letanía del comprador de muebles usados, el loquito que recorre las
calles llevando consigo kilos de basura y mugre, el cableado de las empresas de
televisión de paga, la contaminación visual, los perros callejeros y un
sinfín de aspectos que podemos sumar a la lista. De lo que estoy seguro es que nadie, absolutamente
nadie, puede decir que está conforme con
lo que sucede en su entorno.
En mi
comunidad existe una madre que todos conocemos como OPERAGUA y que denomina al
Organismo Público Descentralizado Municipal para la Prestación de los Servicios
de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento. Lamentablemente, tan pomposo
nombre únicamente hace referencia a un edificio que los fundadores del
municipio conocen como La CONASUPO y donde se guarecen un montón de hombres que
portan atuendos de servidor público, es decir, chalequitos mamalones y zapatos
de chile guajillo mientras que las señoritas gustan de ostentar largas uñas de gel
y ceños fruncidos. Todos bajo la misma constante: atender prioritariamente sus
teléfonos celulares antes que cualquier otra actividad que pueda justificar que
el sueldo que se les otorga se encuentra debidamente justificado.
En
contraparte, los ciudadanos que cada dos meses tienen que acudir a dicho
edificio padecen el calvario que implica pagar el gua. Para
usted, querido lector, que gusta de pagar impuestos sin ton ni son, le
pregunto: ¿cómo es el procedimiento para pagar este servicio en el lugar en el
que vive? Si usted vive en la CDMX imagino que le llega el recibo a casa y
puede pagarlo en un banco o un centro comercial. Si es usted de Puebla, seguro
tiene el pago domiciliado a su tarjeta. Si es usted del norte, lo más probable
es que acuda, recibo en mano, a pagar a alguna oficina del organismo en su
municipio. En el sureste tal vez lo hagan a través de una tienda de
conveniencia o los funcionarios del organismo le lleven una tesorería móvil para
que haga su pago. La cosa es simple: el gobierno siempre busca la forma para
que la gente le dé dinero a cambio de servicios que no recibimos completos, justificando los faltantes gracias a los morosos.
Pues
bien, el caso de mi comunidad es singular. OPERAGUA tiene un mecanismo propio
de 1824 que consiste en enviar a un viejito a recorrer las casas, una a una,
con un palito que igual sirve para defenderse de los perros, que para levantar
las tapitas de los medidores. Acto seguido, imagino que el hombre anota la
lectura en un papelito y cuando ya recorrió toda una colonia regresa a la
guarida a dejar cientos de papelitos para que una señorita los capture en una plataforma. Una vez capturadas las lecturas, seguro
un jocoso jovenzuelo tendrá que dejar de picarle las costillas a sus compañeras
de cajas, para ir hacia su computadora a imprimir un montón de recibos. Una vez
impresos, los mencionados recibos tendrán que ordenarse en pilas enormes por varios
grupos hombres y mujeres que después de semejante labor podrán decir que su
sueldo está debidamente justificado. Cuando los recibos han sido ordenados y
acomodados por colonia, calle y número, intuyo que se los entregan a un
ejercito de hombres, también de la tercera edad, que recorrerán las calles de
las comunidades que conforman el municipio dejando los recibos en tiempo y
forma (frase célebre y mamalona utilizada por servidores públicos de cualquier
nivel) con el objetivo de que la gente acuda rozagante y satisfecha a dejar su
dinero a las cajas del organismo. Todo lo anterior es hipotético, pero piense,
sería lo más lógico.
domingo, 12 de noviembre de 2023
1824
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.