lunes, 25 de diciembre de 2017

Bitácora de vacaciones. Día 5.

En mi vida como gordo profesional he visto a gente comer como si no hubiera mañana y no por eso van a aumentar de peso y talla de un día para otro. ¡No! La gordura es un estado de aparente satifacción que se construye con el paso del tiempo y una tremenda constancia para descuidarse. Así, la gordura sigue siendo uno de los últimos resquicios para la autodestrucción. Un estado punk cargado de azúcares y colesterol.

En los últimos años y gracias a las redes sociales cualquiera hace mame del recalentado. Señoras gordas que llevan años deleitándose con pastelillos frente al televisor se aterrorizan porque van a engordar en navidad. Señores chotos cuyo significado del ocio consiste en pasar horas inagotables frente a la computadora, la tablet o el celular para luego hacer mofa de los kilos que subirán por una cenita incípida de 24 de diciembre. Chiquillas estúpidas cuya dieta se encuentra basada en bebidas azucaradas y frituras, le tienen miedo a platito con pasta y proteína cocida al horno. Niños, abuelas, presidentes de repúblicas bananeras, candidatos a la presidencia, buenonas de catálogo, tamaleras con teléfonos celulares, hippies andrajosos, hipsters ultra veganos, terroristas, narcotraficantes, cantantes gruperos, condutores de televisión, editorialistas, taxistas: ¡todos hablan del recalentado como si realmente se lo comieran! ¡Caterva de payasos!

Son las 3:47 de la tarde y siento como si algo o alguien me hubiera robado horas de vida. estoy desvelado y la resaca exige que beba agua aunque sea de un charco. La estela aromática de carne recalentada me resulta repugnante. Mientras una conductora de televisión finge dar una gran mordida a una torta de recalentado, pienso que nadie en su sano hígado tendría ganas de probar semejantes amasijos, no en este día. ¡Quiero vomitar!

Tratando de respirar un poco de aire con aroma a pólvora salgo a la calle donde encuentro una fragancia a grasa hirviendo que me hace pensar que no debí haber ingerido tantas bebidas. Maldigo el momento en que no tuve el valor para decir "ya no, gracias". Debí haber malgastado el tiempo bailando cumbias y con ello sudar un poco. Preparo un gran vaso de agua de limón sin azúcar y lo bebo como suero. Para mí  resulta una buena cura para la resaca.

Recuerdo que Netflix anunció que hoy se estrenaría la segunda temporada de Merlí en su plataforma. Es hora de disfrutar. Al final, la navidad es eso: tirarse lo que resta del día a vegetar, esperando que llegue la hora de ir a dormirse.


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