jueves, 2 de abril de 2020

Diario de cuarentena. Aguas frescas

Tony y el Moco son hermanos. Venden aguas frescas en un crucero transitado de Cuautitlán Izcalli. Diariamente empujan un carrito de súper mercado con cuatro vitroleros al tope de agua. "No es por nada, tío, pero están bien chidas las aguas. Tamarindo, horchata, limón y sandía. Pura fruta de calidad", dice el Moco con esa habilidad del que se dedica a comerciar en la calle. Su hermano, un poco más reservado, limpia cuidadosamente las cubetas donde traen más aguas preparadas. "El coronavirus nos está poniendo una madriza, tío. De los $1500, $2000 que levantábamos diario, ahorita apenas salen $700. Primero porque no hay gente y segunda porque le han hecho a creer a la gente que se van a contagiar con nuestras aguas. Pues si no es parvovirus, qué no, papi". Tony sonríe al tiempo que muestra un vaso de unicel a un automovilista que se detiene en el semáforo. El conductor le hace una señal afirmativa. El Moco, de inmediato, grita: "tamarindo, horchata, limón o sandía...". Con una destreza inusual, Tony sirve un poco de hielo y luego rellena el vaso con agua, lo pasa a Tony que limpia el vaso y corre hacia el conductor. La sincronía es perfecta. "Ya nos falta menos", dice como queriendo disimular que no pasa nada, que la situación es apenas una pesadilla de la que habremos de despertar aunque no sepamos cuándo.

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